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Publicado el 3 de abril de 2025, 2:13

El aire en los túneles era húmedo y espeso, cargado con el olor rancio del aceite usado y el moho de los rincones olvidados del restaurante. Fofi avanzaba primero, con Carbón justo detrás, seguido por la empanada, la pizza y los dos pequeños nuggets que se movían en silencio.

El grupo llegó a una rejilla oxidada. A través de los agujeros, podían ver la cocina principal del restaurante. Era un espectáculo aterrador: máquinas gigantes cortaban ingredientes con precisión mecánica, brazos robóticos ensamblaban hamburguesas sin alma y, en una enorme pantalla colgada en la pared, se mostraban los pedidos en tiempo real.

Pero lo que más llamó su atención fue una silueta en el centro de la cocina. Un chef… o al menos, lo que quedaba de uno. Era mitad humano, mitad máquina, con un rostro oculto tras una pantalla digital que mostraba distintas expresiones según lo que hacía. Sus manos metálicas trabajaban con velocidad inhumana, ajustando recetas, aumentando la eficiencia, eliminando cualquier error.

—Ese… debe ser el jefe de todo esto —susurró la empanada.

Fofi asintió.

—Tenemos que acercarnos más. Necesitamos saber qué está planeando.

Uno de los nuggets señaló un ducto de ventilación que descendía hasta una plataforma en la cocina.

—Podemos bajar por ahí.

—Bien. —Fofi tomó aire—. Nadie se queda atrás. Vamos juntos.

Uno por uno, descendieron con cuidado. Cuando Fofi tocó el suelo de la cocina, sintió un escalofrío recorrer su pan. Algo no estaba bien.

El chef-robot dejó de moverse. Sus sensores parpadearon en rojo.

Y entonces, habló con una voz distorsionada y metálica:

—Ingredientes defectuosos detectados. Procediendo con eliminación.

De pronto, las máquinas cobraron vida. Cuchillas afiladas se encendieron. Pinzas mecánicas se cerraron con un chasquido.

—¡Nos descubrieron! —gritó Carbón.

El chef-robot levantó una de sus manos.

—Procediendo a reciclaje.

Fofi tragó saliva.

Estaban en problemas.

—¡CORRAN! —gritó Fofi, esquivando una enorme cuchilla que cayó justo donde estaba parado un segundo antes.

Los demás no esperaron otra orden. La empanada rodó velozmente por el suelo, evitando una pinza mecánica que intentó atraparla. La pizza saltó sobre una bandeja de papas fritas, deslizándose con estilo entre los robots. Los nuggets eran tan pequeños y rápidos que los sensores del chef-robot tenían problemas para detectarlos.

Carbón, en cambio, se lanzó directo a la acción. Golpeó una de las cintas transportadoras con todas sus fuerzas, rompiéndola en dos. Las piezas chisporrotearon, haciendo que un brazo mecánico se trabara.

—¡Vamos a desmantelar su cocina! —rugió con una sonrisa desafiante.

Fofi, mientras tanto, corría por las encimeras, esquivando bandejas y saltando sobre recipientes de salsa. Su objetivo estaba claro: el chef-robot.

—¡Tengo que llegar a su núcleo de control! —gritó.

Pero antes de que pudiera dar otro paso, una red metálica cayó del techo y lo atrapó.

—¡FOFI! —gritaron sus amigos.

El chef-robot inclinó la cabeza, su pantalla mostrando un rostro inexpresivo.

—Procediendo a desmontaje.

La red comenzó a elevarse, llevándolo hacia una trituradora.

Fofi forcejeó, pero los cables eran resistentes. Sentía el calor de la maquinaria acercándose.

—¡No pienso convertirme en nuggets reciclados! —gruñó.

De repente, la empanada se lanzó contra los controles cercanos, presionando botones al azar. Las luces parpadearon, y por un breve instante, los sistemas se desestabilizaron.

—¡Ahora, Carbón! —gritó la pizza.

El hotdog cargó contra la base del chef-robot con toda su fuerza. Hubo una explosión de chispas y el robot perdió el equilibrio, golpeando una de las máquinas de ensamblaje.

Fofi vio su oportunidad. Con todas sus fuerzas, rasgó la red y cayó justo a tiempo antes de que la trituradora se activara.

—¡Lo logramos! —jadeó, cayendo de pie junto a sus amigos.

El chef-robot titubeó, intentando restablecerse. Pero la empanada ya estaba sobre él, con una mirada decidida.

—Hora de apagar la freidora.

Con un salto, golpeó con toda su fuerza el panel de control del chef-robot. Un chispazo iluminó la cocina. El robot se sacudió y luego, con un último sonido distorsionado, se apagó.

El silencio cayó sobre la cocina.

Los amigos se miraron entre sí, incrédulos.

—¿Lo… lo hicimos? —preguntó un nugget.

Carbón sonrió y levantó el pulgar.

—Lo hicimos.

Pero antes de que pudieran celebrar, un fuerte estruendo resonó en la cocina.

Un compartimiento secreto en la pared se abrió lentamente…

Y del interior emergió algo más grande. Más peligroso.

Fofi tragó saliva.

—Creo que despertamos algo peor.

El suelo tembló bajo sus pies cuando la figura emergió de la oscuridad. Era más grande que el chef-robot, con una estructura imponente de acero reforzado y ojos rojos brillando como brasas encendidas. Sus extremidades estaban cubiertas de engranajes y cuchillas afiladas, y en su pecho se leía un nombre grabado en metal:

"PROTOTIPO X-01 - INTELIGENCIA CULINARIA EXTREMA"

—¡Esto no me gusta nada! —susurró la empanada, retrocediendo.

El Prototipo X-01 giró su cabeza mecánica hacia ellos. Su voz era profunda, casi gutural, con un eco metálico que helaba el ambiente.

—Error detectado. Ingredientes defectuosos aún presentes. Activando PROTOCOLO DE EXTERMINIO.

Con un zumbido, su brazo derecho se transformó en una batidora gigante que giraba a una velocidad aterradora. Su otra mano se abrió, revelando un soplete industrial que rugió con una llamarada azul.

—¡CORRAN! —gritó Fofi.

Todos se dispersaron justo cuando el Prototipo X-01 lanzó un chorro de fuego directo a ellos. La pizza rodó justo a tiempo para evitar ser convertida en carbón. Los nuggets saltaron sobre una mesa, esquivando la batidora giratoria.

Carbón corrió hacia el monstruo metálico, esquivando sus ataques con agilidad. Saltó y golpeó con toda su fuerza una de sus piernas mecánicas, pero solo logró que la máquina se tambaleara levemente.

—¡Este es más duro que el anterior! —gruñó.

Fofi analizó rápidamente la situación. Sabía que no podían vencerlo solo con golpes. Necesitaban estrategia.

Fue entonces cuando vio una gran freidora industrial al fondo de la cocina, aún llena de aceite caliente.

—¡Tengo un plan! —gritó—. ¡Tenemos que llevarlo hasta la freidora!

La empanada asintió, entendiendo la idea de inmediato.

—¡Pizza, Nuggets! ¡Atraigan su atención! ¡Carbón y yo lo empujaremos hacia atrás!

El equipo entró en acción. La pizza tomó un par de bandejas y las chocó entre sí, haciendo ruido para distraer al Prototipo X-01.

—¡Oye, chatarra sin sazón! ¿Por qué no pruebas un poco de sabor?

Los nuggets comenzaron a correr alrededor del robot, saltando y esquivando sus ataques, forzándolo a moverse.

Mientras tanto, Fofi y Carbón esperaron el momento perfecto.

El Prototipo X-01 avanzó furioso hacia la pizza, y justo cuando estuvo cerca del borde de la freidora…

—¡AHORA! —gritó Fofi.

Carbón y él embistieron con todas sus fuerzas, golpeando las piernas metálicas del robot.

El Prototipo X-01 perdió el equilibrio.

Su pantalla parpadeó con una alarma roja.

—¡ERROR! ¡ERROR! ¡ZONA PELIGROSA DETECTADA!

Pero ya era demasiado tarde.

Con un estruendoso CHAPUZÓN, el monstruo de acero cayó de espaldas dentro del aceite hirviendo.

El líquido burbujeó violentamente mientras chispas y explosiones salían de su cuerpo. La pantalla de su rostro mostró una serie de códigos y errores antes de apagarse por completo.

Finalmente, el taller de pesadillas quedó en silencio absoluto.

Fofi y los demás se quedaron quietos por un momento, respirando agitadamente.

—¿Lo… logramos? —preguntó la empanada.

Fofi miró el aceite aún chisporroteando y sonrió.

—Sí… esta cocina está cerrada.

Carbón rió y le dio una palmada en la espalda.

—¡Esa sí fue una receta de victoria!

Los nuggets saltaron emocionados, y la pizza levantó un pedazo de queso derretido en señal de triunfo.

Habían ganado.

Por fin, eran libres


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