Fofi corrió lo más rápido que pudo hacia el barril de aceite fresco. Sus pequeñas zapatillas salpicaban el agua sucia del suelo mientras el sonido de La Masa persiguiendo a sus amigos retumbaba en el túnel.
El hot dog esquivó un tentáculo pegajoso, mientras la pizza saltaba por los aires justo a tiempo para evitar ser atrapado. La cajita de papas fritas, hacía su mejor esfuerzo por distraer al monstruo.
—¡Fofi, date prisa! —gritó la pizza, rodando para evitar otro ataque viscoso.
Fofi llegó al barril y se encontró con un problema: estaba oxidado y sellado con fuerza. Intentó abrirlo con sus pequeñas patas, pero no se movía.
—¡Necesito ayuda! —gritó.
El hot dog y la papa frita intercambiaron miradas antes de lanzarse hacia ella. La pizza, mientras tanto, tomó una tapa metálica del suelo y la usó como escudo para bloquear los tentáculos de La Masa.
—¡Todos juntos! —ordenó Fofi, y los tres empujaron con todas sus fuerzas.
El barril crujió, tembló y, con un sonido estruendoso, la tapa saltó por los aires, liberando una cascada de aceite brillante y limpio.
—¡Ahora llévenlo hacia La Masa! —gritó Fofi con una sonrisa determinada.
La batalla estaba a punto de dar un giro inesperado.
Fofi y sus nuevos amigos se quedaron mirando la olla de aceite burbujeante donde la masa atrapada forcejeaba con furia. Sus brazos viscosos golpeaban el borde, intentando escapar, mientras su voz resonaba con enojo.
—¡Esto no se va a quedar así! —rugió la masa, salpicando aceite—. ¡Nadie se burla de mí! ¡Voy a encontrar la manera de salir y los haré pagar!
Fofi sintió un escalofrío. Aunque habían logrado atraparla, sabían que no podían quedarse ahí mucho tiempo. El hot dog miró a su alrededor y luego señaló una vieja salida.
—Chicos, si queremos estar seguros, debemos irnos de aquí—dijo, su voz temblorosa—. Si la masa no se escapa, alguien la ayudará.
Fofi asintió, aún con el corazón acelerado. Se volvió hacia la pizza y las papas fritas.
—¿Hay algún lugar seguro donde podamos escondernos?
La caja de papas sonrió con picardía.
—Sí, conozco un sitio… Pero les advierto, no es fácil llegar.
Sin perder más tiempo, el grupo echó a correr con la sensación de que la amenaza de la masa aún los perseguía.
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